Hace once años nos atrevimos a soñar en voz alta. Nos dijimos que otro país era posible y decidimos construirlo desde abajo, con las manos del pueblo y la esperanza como bandera. Desde entonces, vale la pena preguntarnos: ¿qué tanto hemos avanzado?, ¿qué tanto seguimos creyendo?
Morena no nació solo como una opción política, sino como una necesidad histórica. Fue una respuesta digna ante el hartazgo, la corrupción y la desigualdad. Surgió como un movimiento vivo, amplio, incluyente, donde caben todas las causas del pueblo. Creció entre la esperanza y la resistencia, con mujeres y hombres que jamás habían hecho política, pero que no pudieron seguir esperando.
Hoy celebramos el trayecto de aquel acto de fe colectiva que se convirtió en un motor de transformación nacional. Y sí, es justo reconocer los avances: programas sociales que han dignificado vidas, una economía que resiste con soberanía y un gobierno que ha puesto en el centro al sur, a los olvidados, a las causas justas.
Pero este aniversario también exige reflexión. Morena nació para no ser igual a los de siempre. No podemos permitir que los principios que nos dieron origen se diluyan en la comodidad del poder. La congruencia es nuestra brújula, la ética nuestro compromiso. El movimiento debe seguir siendo pueblo organizado, no cúpula distante. Nuestra fuerza está en la calle, en el diálogo, en el ejemplo.
Como fundadora de Morena, reafirmo con orgullo y responsabilidad mi compromiso con la causa que nos une. Estoy y seguiré caminando al lado de quienes creen, luchan y construyen. Porque la Cuarta Transformación no es tarea de un sexenio ni de un liderazgo, es una causa histórica que nos rebasa y nos convoca a todas y todos.
Que estos once años no solo sean memoria, sino impulso. Sigamos soñando, construyendo, organizando y proponiendo. Porque el país que soñamos aún está en obra, y nuestro papel es seguirlo edificando con amor al pueblo y lealtad a los principios.
Myriam Martínez
Fundadora de Morena