En política, como en la vida, hay momentos en que conviene guardar silencio, y otros en que hablar se vuelve un acto de responsabilidad. Hoy es uno de esos momentos. No por vanidad, si con orgullo; no por reclamo, sino por congruencia con lo que soy: una de las fundadoras morena y dos veces candidata en Michoacán, que ha caminado este movimiento desde su raíz, con la firmeza de las convicciones y la paciencia que enseñan los años de lucha.
Esta reflexión la hago en el marco de la reciente convocatoria de nuestro compañero hoy gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, con quién compartimos sin sesgo ni duda el compromiso de seguir construyendo el Segundo Piso de la Cuarta Transformación, desde distintos espacios, y sostenemos como cimientos este movimiento llamado Morena.
Si bien no tengo la experiencia de venir de otro partido, desde la lucha magisterial, y como parte de movimientos sociales, veo este encuentro como un acto de responsabilidad social y política. Como fundadora, estoy convencida de que nos toca asumir con madurez el momento que vivimos: transformar la vida pública del país desde Michoacán, con congruencia, lealtad al pueblo y visión de futuro.
Morena no nació del poder, nació de la esperanza organizada, de la lucha en la calle, de la convicción de transformar al país desde abajo. Hoy que estamos en el gobierno, debemos cuidar que el origen no se pierda entre inercias burocráticas, intereses personales o decisiones alejadas de la base.
Atendiendo, con claridad y compromiso, el llamado de nuestra presidenta Claudia Sheinbaum conicidimos en consolidar el segundo piso de la transformación, sin repetir los errores del pasado que vaciaron otros proyectos de izquierda, exhortandonos a no caer en la complacencia y a regresar a los principios establecidos por el expresidente Andrés Manuel López Obrador. No podemos permitir que se impongan las cuotas sobre las causas, ni las ambiciones sobre los principios.
Entiendo que los tiempos electorales despiertan pasiones, y que la ansiedad por definir el futuro puede nublar el presente. Pero también creo —con la serenidad que da el haber estado en la trinchera y también en la espera— que uno debe saber cuándo hablar, cuándo trabajar, cuando sumar, y cuándo confiar en los tiempos del pueblo.
Este movimiento se debe al pueblo. No hay nada dicho. La institucionalidad, los estatutos y los principios no son ornamentos, y la cofianza y el apoyo del pueblo son el alma de Morena, sin personalidades y sí como ancla ética que nos permite distinguirnos.
Hoy, más que nunca, sin la presencia pública de nuestro líder moral y fundador Andrés Manuel López Obrador, morena necesita memoria, conciencia crítica y apertura. No para cerrar puertas, sino para defender la raíz desde donde todo comenzó. No para segregar, ni dividir, sino para reconocernos en el compromiso de ser la diferencia.
Morena es responsabilidad histórica, no plataforma personal. Es lealtad al pueblo, no escalinata de poder. Es futuro compartido, es responsabilidad social, no vehículo de ambición personal.
“Con el Pueblo todo, sin el pueblo nada”: Ándres Manuel López Obrador
Es Cuanto:. Myriam Martínez Ramírez