El miedo mata esperanzas, sueños y oportunidades. Mata el coraje, la individualidad y mutila el amor.
Vivir sobrecargado por el miedo es como tratar de nadar contra la corriente con un costal cargando. El intento se vuelve agotador y pone en peligro la propia vida que se intenta proteger. Si no dejamos esa carga se diluye la esperanza de sobrevivir y mucho menos prosperar.El miedo es el único oponente real de la vida. Un adversario traicionero e inteligente, indecente y sin misericordia que ataca los aspectos más débiles de nuestra personalidad con asombrosa infalibilidad. Suele disfrazarse a través de la duda moderada y deslizarse por la mente con amabilidad para crear ansiedad. La razón se nubla y la capacidad de discernir cae. La ansiedad se convierte en temor y el miedo invade el cuerpo que acusa a través de sus síntomas que algo malo está pasando.
Por ello, la verdadera sabiduría no es vivir con miedo sino aprender a aprender a afrontar nuestros miedos, y realmente Vivir.