En la era de la hiper conectividad y la autoexigencia constante, hablar de depresión ha pasado de ser un tema tabú a una conversación cada vez más común. Sin embargo, con esta visibilidad creciente surge una pregunta inquietante: ¿la depresión se ha convertido en una moda? O, más bien, ¿es que estamos simplemente reconociendo y enfrentando una realidad que siempre ha estado presente?
La depresión es una enfermedad que no discrimina, la cual puede llegar afectar a cualquier persona, sin importar su estatus social, nivel educativo o situación económica. En la realidad cotidiana, la búsqueda de tratamiento y apoyo puede ser tan desigual como el propio impacto de la enfermedad. Para muchos, el acceso a un psicólogo sigue siendo un lujo reservado a aquellos con los medios necesario teniendo que una consulta presencial, el precio puede oscilar entre 700 MXN y 1500 MXN, mientras que, si es una consulta psicológica online, el precio puede disminuir y oscilar entre 450 MXN y 900 MXN., según datos de la revista VeryWell Mind (2022). Aunado a esto, la mayoría de las personas con problemas de salud mental se encuentran solas, luchando con una carga que, además de emocionalmente desgastante, puede ser económicamente inalcanzable.
Es importante reconocer que la depresión no es simplemente una moda pasajera, sino una condición seria que puede desmoronar vidas, por lo que vivir con depresión en una sociedad que a menudo minimiza o malinterpreta el problema puede ser increíblemente desafiante. Enfrentar cada día puede ser un esfuerzo monumental, y el estigma asociado con la enfermedad añade una capa adicional de dificultad. Aquellos que padecen depresión pueden sentirse atrapados en un ciclo de culpa y vergüenza, ocultando su dolor bajo una fachada de normalidad y sonrisas falsas. Para algunos, la depresión se manifiesta como una barrera tan fuerte que les impide realizar tareas cotidianas. Otros pueden encontrar que la presión por mantener una apariencia de bienestar les obliga a enmascarar su dolor y a continuar con sus responsabilidades diarias, a pesar de sentirse abrumados ignorando el sentimiento que los carcome por dentro, callando su sentir. Este doble esfuerzo de esconder sus sentimientos mientras enfrenta la vida diaria puede resultar en una carga aún mayor que pasa desapercibida y es más común de lo que creemos.
Vivir con depresión puede sentirse como una batalla en solitario en una sociedad que a menudo juzga y malinterpreta. Las personas pueden ser criticadas por no “hacer un esfuerzo” para mejorar, siendo criticadas por maximizar cosas que para otras personas no tienen sentido o que a su ver son niñerías al compararlas con otros problemas cotidianos, sin entender la verdadera magnitud de la lucha interna que enfrentan. La presión para cumplir con las expectativas sociales y laborales puede intensificar la sensación de aislamiento.
Si bien el camino hacia el tratamiento adecuado puede ser largo y lleno de obstáculos, la visibilidad y la conversación abierta sobre la depresión son pasos importantes hacia la comprensión y el apoyo. No es una moda pasajera, sino una llamada a la empatía y a la acción. Debemos esforzarnos por hacer que el apoyo y los recursos sean accesibles para todos, y por eliminar el estigma que rodea a la salud mental.
La depresión es una realidad que merece nuestra atención y comprensión continuas. En lugar de verla como una tendencia temporal, es fundamental abordarla con la seriedad y el respeto que merece, reconociendo que cada día es una oportunidad para dar un paso más hacia la sanación. Es crucial recordar que la recuperación es un proceso lento y que cada paso hacia el bienestar debe celebrarse.
La vida con depresión a menudo se mide en pequeños avances y retrocesos. Recuerda que el vivir un día a la vez, es una victoria en sí misma. Cada historia es un testimonio de fortaleza y resistencia.
OPINIÓN. Dayanna Najar