Por Myriam Martínez Ramírez
Maestra, comunicóloga y defensora de la educación pública

 

Este 15 de mayo, como cada año, nos detenemos para honrar la vocación, el esfuerzo y la entrega de quienes sostienen uno de los pilares más importantes de nuestra sociedad: las maestras y los maestros. Gracias a cada docente que, desde su aula, transforma la vida de sus estudiantes con paciencia, conocimiento y compromiso.

Ser maestra o maestro en México es más que un empleo: es una tarea profundamente humana que implica enseñar, pero también acompañar, guiar y sembrar esperanza en cada generación. Hoy, más que nunca, celebramos a quienes no solo enseñan contenidos, sino que transmiten valores, construyen comunidad y mantienen viva la convicción de que otro futuro es posible.

Y en este reconocimiento amplio y justo, quiero detenerme en una fuerza transformadora que cada vez se hace más visible y poderosa: las mujeres en puestos directivos dentro del sector educativo. En Michoacán, la Secretaría de Educación del Estado es ejemplo de ello. Encabezada por una mujer y fortalecida por subsecretarias, directoras generales, jefas de departamento, supervisoras y técnicas que, desde distintos frentes, impulsan una educación con visión, con sensibilidad y con liderazgo.

Su presencia no es solo simbólica, es estructural. Estas mujeres toman decisiones clave, diseñan políticas, resuelven conflictos y construyen puentes con la comunidad educativa. Y lo hacen con una perspectiva distinta, con cercanía, con firmeza, y con la convicción de que el acceso a una educación digna es una causa que vale la pena defender todos los días.

Desde aquí, reconozco a todas esas mujeres que están al frente de escuelas, de zonas escolares, de programas, de procesos institucionales. A las que encabezan y a las que acompañan. A las que abrieron camino y a las que hoy siguen abriéndolo para otras.

Gracias por dirigir con el corazón, con inteligencia, y con un profundo sentido de responsabilidad social. Porque no hay transformación educativa posible sin ustedes. Y porque el liderazgo femenino en la educación no solo es justo, es urgente.

¡Feliz Día de la Maestra y el Maestro! Y especialmente, gracias a cada mujer que hace de la dirección educativa un acto de servicio, conciencia y esperanza.